Escrito por Marisol Escobar M. Psicólogo Gestalt
Solemos pensar que cada vez que nos enfermamos, nuestro cuerpo está mal, de hecho esto es lo que nos han enseñado. Sin embargo, el hecho de que nos enfermemos, es signo justamente de que nuestro cuerpo está sano y reacciona a su modo para deshacerse de algo que no le es propio. Por ejemplo, al estar resfriados, eliminamos el refrío a través de las mucosidades o la tos. Lo mismo, si nos hacemos una herida, esta zona se hincha y permite iniciar los procesos propios del cuerpo para reparar el daño. Incluso la fiebre, es señal de que nuestro cuerpo reacciona y que desea volver a su normal equilibrio. Todo este proceso, llamado “Autorregulación”, es efectuado de manera natural por nuestro cuerpo, que sabe perfectamente cómo y cuándo actuar. Pero no solamente existe esta sabiduría de nuestro cuerpo a nivel físico, sino que también se integra en ella un nivel más psicológico, si queremos llamarlo así. Para entender este nivel más psicológico, es necesario entender el enfoque holístico de las enfermedades de Adriana Schnake, en el cual el órgano enfermo, es en realidad la persona enferma, y la enfermedad, aparece entonces como un camino, una ventana o una puerta de entrada más a su conflicto interno. De acuerdo a esto, cuando adquirimos una enfermedad, no es casual el órgano de nuestro cuerpo que se enferma. Cada órgano, posee en sí mismo, características de “personalidad” que indican su sano funcionamiento y, cuando se enferma, alguna de esas características está en conflicto. Pero de acuerdo al enfoque holístico, no solo se trata del órgano enfermo sino también de la persona enferma, en la que probablemente, también haya un conflicto con esa característica propia del órgano, que no ha podido aceptar o integrar en si misma. De este modo, por ejemplo, el famoso “Colon” que tantos problemas puede ocasionarnos, cuando está sano, tiene por características: “trabajar con un ritmo propio”, “saber eliminar los desechos a tiempo”, “ser limpiador”, “ser aliviador”, “acepta todo lo que le llega (desechos) y es capaz de rescatar lo positivo (agua para nuestro organismo)”, entre otras. Entonces, si yo me enfermo del Colon, para poder deducir el mensaje que quiere entregarme, quizás debería preguntarme “y yo ¿cómo soy?, ¿respeto mi propio ritmo?, ¿soy capaz de eliminar lo que no me sirve (molestia, rabia, pena) a tiempo?, ¿me permito sentir alivio?, ¿soy capaz de rescatar lo positivo de lo negativo?, ¿acepto todo lo que me llega?”, entre otros.
De esta forma, el órgano enfermo, tiene la oportunidad de mostrarle a la persona (si lo quiere ver) esta pelea interna, y le grafica que estar peleado con esa característica es estar peleado con uno mismo. Le muestra a la persona qué es lo que está en desequilibrio y que está afectando también su autorregulación. Esta es la manera que nuestro cuerpo encuentra para comunicarse con nosotros, pero que a veces nos cuesta o no sabemos escuchar. Cada órgano tiene su esencia y cuando se enferma, es como si se empezara a parecer a nosotros en personalidad y dejara ser sí mismo. Aprendamos a escuchar a nuestro cuerpo, les aseguro que hay mucho que podemos aprender de él.