El respeto por el coachee

El respeto por el coachee

por Constanza Jiménez Meza, periodista y coach ontológico

En el coaching, en terapias, en una consulta, nos encontramos con otro ser humano que en el coaching llamamos coachee, en terapias: paciente, en empresas: clientes o colaboradores, en fin…múltiples nombres para una misma cosa: seres humanos. Quiero referirme aquí a la importancia de este encuentro y la sacralidad que esto conlleva tanto como para terapeuta-paciente, coach-coachee, vendedor-cliente, gerente-colaboradores y otras tantas relaciones que podríamos nombrar y tenemos en nuestras vidas.

Voy a referirme al coaching ontológico que es la disciplina y herramienta que utilizo con las personas en consulta o en talleres. Cuando un ser humano se sienta frente a mi en la consulta, aún antes de eso, cuando decide asistir a una sesión de coaching, manifiesta su inquietud y gracias a su voluntad llega hasta allí. Una fuerza importante y movilizadora ancla junto a él o llega antes inclusive hasta ese lugar: su intención. Su intención de entender, de sanarse, de conversar, de solucionar algo, no sabemos…pero aquella intención hay que palparla, sentirla, mirarla, olerla, honrarla y agradecerla; digámoslo,hay que tener coraje para querer mirarse a uno mismo y eso es justamente lo que está haciendo el coachee en este momento, aunque no tenga consciencia de ello. Eso ya es un gran paso y un paso en sí mismo.

Luego, la persona al llegar al lugar del coaching, me refiero al lugar físico, ha llegado a un destino o ha iniciado el viaje (y esto podemos extrapolarlo a cualquier situación de nuestras vidas, donde los inicios y finales pueden ser finalmente uno u lo otro). Podemos mirar sus emociones, su cuerpo y modo de hablar. Le explicamos de que se trata, hacemos un contexto. Es importante ofrecer para la sesión un espacio físico limpio, privado, acogedor, dispuesto al aprendizaje, donde el coachee no tenga dudas o incomodidades para mostrar su interior. Gran parte del “éxito” de cualquier relación de coaching o terapia radica en generar un buen contexto que siente las bases de la confianza, ese lazo maravilloso que nos permite a los seres humanos abrir nuestro corazón y compartirlo al sentirnos protegidos. Es un elemento fundamental para cualquier aprendizaje.

La magia del coaching para mí, radica en leer al otro desde lo profundo, no sus palabras, ni el texto, ni sus historias, ni incluso sus problemas, sino conectar con aquello con lo cual para esa persona es esencial. Si pudiese retratarlo con una imagen, sería ir al encuentro de su joya más preciada e indestructible, que lo más seguro que se ubique en el centro de su corazón, metafóricamente hablando. Se me viene el título “Viaje al Centro de la tierra”, es un recorrido, un tránsito. Es asistir y conectar con el alma, nacemos con ello, sin embargo lo olvidamos. En una sesión de coaching y diría yo, en toda relación deberíamos apuntar a eso, a volver a relacionarnos desde nuestro corazón ¿Se imaginan que pasaría en el mundo si sucediera aquello? El encuentro con otro, mirar a los ojos, develar lo que esa mirada te cuenta y no sus palabras, lo que el cuerpo omite por múltiples razones…en fin, cuando el propósito es hablar sin tapujos y con la verdad, porque nosotros queremos lo mejor para nuestros coachees y para los seres humanos en general también, asistimos a una sesión de conversación sagrada, donde ofrezco mi mirada en conexión con su propósito del alma, solo mi mirada más mi compañía, cariño y también mi historia.

Puedo acompañar con todo lo que soy hasta ahora, con mis ancestros, mis sueños, anhelos, dones, luces y sombras. Acompaño humana, completa e incompleta, dispuesta al aprendizaje también, siempre.

En este espacio quise hablar del respeto por el coachee y no me refiero a un respeto común, el que nos debemos todos por ser diferentes e iguales y compartir esta tierra. Me refiero a un respeto que también incluye asombro por el otro, silencio y la certeza de que el otro tiene una sabiduría interior inmensa, completa, en la cual ya se encuentran las respuestas a lo que necesita. El respeto por el coachee incluye ver sus luces y sus sombras, reverenciarlas y alumbrar, con la linterna del coach, aquella joya mágica que está a punto de relucir, un diamante indestructible y en bruto, aquello que no se nos puede quitar porque nos ha sido dado desde el inicio de nuestras vidas: lo sagrado.

ILUSTRACIÓN: GABRIEL LAZO

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