NIÑOS PERFECCIONISTAS

1) ¿Los padres pueden, sin querer, fomentar el perfeccionismo en sus hijos? ¿Qué errores pueden estar cometiendo, y cómo pueden evitarlos?

Claro que sí. Muchas veces los padres, sin querer hacerlo, pueden fomentar los rasgos perfeccionistas de un niño. Los mensajes que les entregamos a nuestros niños son, muchas veces, expectativas que nosotros mismos en nuestra vida tenemos y no hemos podido cumplir, o que creemos son importantes para el niño, cuando realmente no lo es así. Desde pequeño, el niño aprenderá qué es lo importante para él, y por su corta edad, no será capaz de cuestionar si las aspiraciones de sus padres, son realmente lo que él necesita para alcanzar su felicidad. Es así como se crece con la inmensa convicción y necesidad de satisfacer los deseos de sus padres a como dé lugar, aún cuando padres y madres no lo exijan. Con esto me refiero a lo que en Psicología llamamos “introyectos”, los cuales son mensajes que escuchamos o percibimos, sobre nosotros mismos y los hacemos parte de lo que somos. Los niños pequeños creerán todo lo que escuchan sobre ellos mismos, e incluso los mensajes que tienen connotación positiva, pueden resultar ser dañinos, por ejemplo “eres la niña más linda de este mundo”, “eres el mejor niño del mundo”.

En un marco más global, las expectativas que la cultura tiene de sus niños, es sin duda una gran influencia a la hora de hablar de estos rasgos. Los niños crecen también aprendiendo lo que su cultura espera de ellos. Hoy, en nuestra cultura occidental, la competencia es algo que inevitablemente, fomentará niños más exigentes y perfeccionistas.

2) ¿Los profesores pueden, sin querer, fomentar el perfeccionismo en sus alumnos?

Los profesores también pueden fomentar estas características en los niños. Los profesores son figuras significativas en el desarrollo emocional de los niños y no sólo entregan conocimientos, sino que también muestran pautas de comportamientos, valores, que los niños captan fácilmente. Es común que profesores caigan en el juego de la competencia con otros colegas -muchas veces, porque el sistema de evaluación estandarizada lo permite- y que fomenten en sus alumnos también está conducta, sus miedos e inseguridades.

En mi opinión, el sistema educacional en general, fomenta este sentimiento de insatisfacción por lo logrado. Desde pequeños, los niños de 4 o 5 años deben rendir pruebas de admisión, someterse a pruebas estandarizadas, que no permiten equivocaciones, y que no permite aprender de los errores, sino todo lo contrario: evitarlos a toda costa.

La forma de evitar que los niños aprendan estas conductas de sus profesores está en concebir al niño como el niño que es y no por lo que sabe, no sabe, o puede llegar a saber. Cuando los niños se sienten valorados por lo que son, más allá de sus aprendizajes escolares, se sienten con la confianza de que lo que están haciendo lo hacen bien, y comentan el error sabiendo que, seguirán siendo queridos y valorados. Otra forma de evitar las auto exigencias de los niños es enseñando el valor de la diversidad y enseñando a respetar las diferencias que como seres humanos tenemos. Si todos aceptáramos que el ser distinto es una riqueza, no existiría el querer llegar a ser igual o mejor que el otro.

3) ¿Cómo es un niño perfeccionista? ¿En qué se diferencia de un niño que simplemente se exige mucho a sí mismo?

Considero que no hay problema en enseñar a los niños a querer ser mejor cada día, a superar sus dificultades, sus miedos y propias barreras. Es positivo que padres, desde el amor y aceptación incondicional, enseñen a los niños a reconocer sus errores y muestren pautas que encaminen sus conductas a ser mejores personas.

El problema, en mi opinión, está cuando la conducta de “querer hacer las cosas aún mejor”, se rigidizan y, aún cuando los niños o adolescentes alcanzan grandes logros, el disfrute no dura mucho, pues siempre buscarán alcanzar la mejor nota, el premio al mejor deportista, el físico más atractivo.

La ansiedad por querer ser más y mejor, no va a permitir el disfrute del presente y toda la energía estará puesta en el futuro, en lo que se puede llegar a ser, no valorando lo que se es. Los niños que se exigen mucho a sí mismos, la mayoría de las veces, guardan miedos y profundas inseguridades. La aprobación que obtienen de los demás y de sí mismos van a rigidizan aún más su convicción de querer más, y vendrán a “tapar” el empobrecido yo que se esconde detrás de sus tempranos éxitos.

4) ¿Qué debe hacer un padre si nota que su hijo es perfeccionista? ¿Cómo le puede ayudar?

Si un padre nota estos rasgos en su hijo, es fundamental, ante todo, aclarar su aceptación y amor incondicional por lo que el niño es, y no por lo que hace o deja de hacer. Para un niño será difícil reconocer que esto está ocurriendo en él, es más, no hay conciencia de que esto sucede. Y tampoco es necesario que se lo hagamos saber.

Lo principal que podemos hacer es darle espacio a sus miedos, a sus inseguridades y a sus derrotas. Si evitamos hablar de lo que causa pena, rabia o frustración no estaremos ayudando a integrar estas emociones en el niño, y el niño hará todo lo que esté a su alcance para evitarlas. La clave está en la integración, en ayudar al niño a mostrarle los matices de la vida, a aceptarlos, y a aceptarnos a nosotros mismos con nuestras diferencias y maravillosos errores.

Ps. Natalia Fuenzalida Coloma

Psicóloga Clínica Infanto Juvenil

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